La renuncia silenciosa (quiet quitting) o renuncia fantasma (ghost quitting), es un término informal que se refiere al acto de ir al trabajo y hacer sólo lo justo y necesario.
Algunos dicen que es no tomarse el trabajo tan en serio, otros que es no hacer más lo “extra” que no está en tu descripción de cargo, o dejar de estar vinculado emocionalmente a la empresa.
Yo le digo “sacarse la camiseta”. Viví unos años en Argentina y este término quedó grabado en mí, ya que todo estaba ligado a él, si te ibas a tu horario de término legal, no más tarde como los demás, no tenías puesta la camiseta. Si no asistías a las fiestas de la compañía, ibas a los paseos en los fines de semana o simplemente tenías un grupo de WhatsApp del equipo para compartir memes, siempre me decían: “ponéte la camiseta”.
Y la verdad es que si cada una de estas acciones por separado pueden verse “divertidas” cuando uno está pasando por un período emocional o psicológico “difícil” cumplir con estas exigencias se va haciendo más complicado cada vez, y si llegas a mirarlas todas juntas es una carga que puede sentirse muy pesada. Y de parte de las empresas todas estas iniciativas son extremadamente planificadas, potenciadas y muchas veces incentivadas bajo un propósito de buena fe.
Durante y después de la pandemia, muchas personas priorizaron su vida personal antes de las obligaciones laborales, por lo que todo esto “extra” se metió en una misma bolsa y se volvió el enemigo. Sigues cumpliendo con tus obligaciones principales, tu horario, metas y relaciones, pero ya no de una manera tan desbocada.
Por lo que pienso que a todo esto hay buena y una mala consecuencia. La parte negativa es descoordinación que puede llegar a haber cuando un objetivo no se está cumpliendo ya que es “extra” y posiblemente recaiga sobre alguien, sumando carga emocional y psicológica por una actividad que no hacía antes. Eso conlleva a tener que reorganizar los puestos y descripciones de cargo, mucho trabajo.
Lo bueno, empezamos a entender lo importante de nuestra salud mental y mantener un equilibrio en nuestras vidas personales y laborales. Al final, nos pondremos la camiseta de la organización que respete nuestra vida privada, que se preocupe por nuestro bienestar, y nos ayude a cumplir con nuestras metas y objetivos de forma que crezcamos y nos desarrollemos en la organización, y que nuestro crecimiento en esta sólo esté basada en nuestro desempeño y no en el horario de entrada y salida.
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